Recorrer las calles de Valparaíso, tanto de día como de noche, para nadie es un misterio que es de una tremenda mística. Las casas lanzadas a puñados sobre los cerros, contrastando con el mar que refleja, de día el sol y de noche las luces, que parecen luciérnagas danzando. La vista desde los ascensores, quienes te revelan lentamente el paisaje que les envuelve, mientras te dirigen a tu destino. El viento lleva y trae historias diversas, recorriendo cada uno de los cerros y por la noche, susurra secretos de las historias que pasan en la bohemia porteña. Es ese recorrido lo que ha quedado por años en la retina y que hoy se plasma en esta canción y que busca contar un poco de lo que atesoramos en nuestro corazón.